Sobre Finca Patzibir

El sonido de las aves es lo primero que llega a la mente de Michelle Carey al pensar en Finca Patzibir, la cual ha estado en su familia por seis generaciones. Junto a su madre, María Cristina y su hermana, Melissa, son co-administradoras de esta pequeña finca de cafetales cultivados bajo sombra. Finca Patzibir se encuentra situada en un valle a los pies de dos volcanes y a las orillas de un bosque de gran biodiversidad, con neblina que baja a menudo a nutrir el suelo. A 5 km del espectacular Lago de Atitlán en Guatemala, esta apacible finca es un refugio de la vida de Ciudad de Guatemala, en medio de montañas que se elevan sobre el lago volcánico.

Este trío de madre e hijas mantienen viva en esta finca una tradición familiar que se remonta hasta casi 200 años. Se concentran en cultivar variedades tradicionales de la región de Atitlán: Caturra y Borbón; pero, más recientemente, han comenzando a experimentar con Ruiru. Michelle y su familia creen en cuidar la tierra de la que cosechan, por lo que utilizan procesos meticulosos que involucran la menor cantidad de químicos posible, desde la siembra hasta la colecta. Finca Patzibir mantiene estándares muy altos de calidad, con recientes calificaciones de catación de 85+, por las cuales han sido reconocidas en competencias regionales.

Michelle y Melissa han comenzado a asumir más liderazgo para apoyar a María Cristina: Melissa, desde Estados Unidos, involucrándose en el mercadeo, y Michelle encargándose de la producción y de hacer de la finca un negocio más sostenible para la familia.

Michelle hace énfasis en que, para ella, el café es un fruto de amor: amor por la naturaleza, por la familia y por el grupo de seis trabajadores que hacen posible esta producción. La fe une a la familia y les ha ayudado a atravesar dificultades. Incluso en los momentos más precarios, su credo y el amor les han ayudado a seguir adelante. Un símbolo de esto es la pequeña Iglesia de Santa Mónica, situada a los bordes de la finca. Cuando la tormenta tropical Agatha devastó muchas partes de Guatemala, destruyendo algunas partes de la finca y la casa patronal, la gente logró subir al campanario de la iglesia y mantenerse a salvo de la tormenta hasta que las aguas retrocedieron.

Conmovidas por este suceso y agradecidas por el bienestar de sus colaboradores, el incidente sólo fortaleció los firmes lazos entre la familia y los trabajadores. María Cristina, Michelle y Melissa siempre se han asegurado de demostrar su cariño a la personas que trabajan en la finca y viven con sus familias en las cercanías de la misma, regresando a la comunidad y organizando convivios para conmemorar fechas especiales y compartir con ellos.

"La taza de café no solo es el café", comenta María Cristina, "sino también el amor y todo el trabajo, la persistencia y perseverancia" y esto se refleja en su café de especialidad.