Sobre Finca La Bélgica

Criada dentro de los límites urbanos, el revelador encuentro de Liza con el café tuvo lugar cuando estuvo casada con Ernesto durante más de dos décadas y había criado a cinco hijos.

A pesar de que Ernesto pertenece a la cuarta generación de una familia cafetalera, ambos tuvieron que aprender humildemente desde cero.

A medida que su curiosidad crecía sobre las ventajas del mundo del café, se dio cuenta de que los pasos minúsculos, inútiles e incluso sin sentido se lograrían en el camino correcto, a menos que tuvieran la moldura adecuada. Entonces, con las manos vacías y un corazón lleno de metas y sueños, saltó a un entorno que conoció en poco tiempo.

Se han implementado técnicas modernas de producción sin dejar de lado la relación armoniosa con la naturaleza que han tenido a lo largo del tiempo a través del sistema agroforestal desarrollado.

A través de nuevas estrategias de manejo, la operación en Finca La Bélgica logró un aumento innegable en la calidad de los granos de café así como en los procesos, lo que se reflejó en la calidad en taza.

Así, intrépidamente incursionan en diversos mercados extranjeros. Su café fue gratamente acogido debido, precisamente, a los altos estándares conquistados recientemente: el nicho de cafés especiales.

Finca La Bélgica, por primera vez después de un siglo, exporta a través del comercio directo. A todos los colaboradores se les está enseñando que todo trabajo debe estar bien hecho, por lo que son los primeros beneficiarios de esas innovaciones.